jueves, 10 de noviembre de 2011

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL SUICIDIO

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL SUICIDIO
Por Lic. Dino Loup
Psicólogo Clínico

El suicidio, es una de las acciones humanas más desconcertantes, y sin dudas que cuando la noticia nos toca de cerca, se sacuden nuestras más profundas estructuras existenciales. En esas ocasiones decimos: “esto no debió pasar” y luego nos preguntamos los porqués, nos cuesta entender lo sucedido…

La sociedad busca respuestas psicológicas, sociológicas, médicas, espirituales y hasta políticas y económicas a este fenómeno. En esta búsqueda de respuestas, las fronteras entre los mitos y realidades del suicidio para opinión pública se confunden fácilmente. Además, el hecho de que en las profesiones de salud mental tengamos al método científico a nuestro favor, no garantiza aún la posesión de todas las respuestas sobre el tema. Del suicidio, hay un saber que ya poseemos y hay otro saber que seguimos construyendo, lo que irremediablemente nos obliga a mantener abiertos los espacios de investigación y de reflexión.

Ya no es raro escuchar sobre casos de suicidio tras una ruptura de pareja o de peleas familiares, tras la frustración en algún proyecto de vida o tras una enfermedad física o mental, sin embargo, la explicación es más compleja, lo que aparenta ser la causa de un acto suicida, simplemente puede ser “la gota que colmó el vaso”, antes hubo toda una historia de antecedentes y factores asociados que hay que conocer. El suicidio no es un acontecimiento fortuito ni aislado.  

MITOS Y REALIDADES SOBRE EL SUICIDIO.
Mito 1: Que el que piensa en suicidarse no te va avisar, directamente se va matar. Esto es falso.
Realidad: Se sabe que los que comenten actos suicidas suelen dar una serie de señales verbales y no verbales en los que van anunciando sus intensiones.

Mito 2: Que el que amenaza en suicidarse sólo lo hace para llamar la atención, si lo desafías a que se mate, verás no lo hará. Esto es descabelladamente falso.  
Realidad: Cualquier amenaza suicida debe ser tomada en serio. Si se lo incita a que se haga daño supuestamente para “desarmar sus intenciones”, podría ocurrir una tragedia, como ya han sucedido muchas veces.
 
Mita 3: Que el que se suicida es un cobarde que no se anima a enfrentar los problemas de la vida. O creer lo contrario, que es valiente para animarse a hacer lo que muchos desearían hacerlo pero por miedo no se animan. Esto es una falacia mayúscula.  
Realidad: El suicidio no es una cuestión de cobardía ni de valentía. La persona suicida es alguien que está atravesando una crisis, sufre un estrechamiento en su capacidad de visualizar alternativas de solución  a sus problemas acompañado de un intenso dolor emocional.

Mito 4: Que si alguien ya intentó suicidarse una vez y fracasó en el intento, del susto y la vergüenza ya no lo hará de nuevo. Esto es ingenuamente falso.
Realidad: Se sabe que la personas intentaron una vez, pueden volver a hacerlo si no aprenden a resolver sus problemas y a manejar sus conflictos. Cuánto más intentos hay, mayor es el riesgo real de suicidio, siendo los siguientes intentos más violentos y contundentes.

Mita 5: Que el que intenta suicidarse verdaderamente ya no quiere saber nada de la vida. Una vez más es falso.
Realidad: se sabe que el que piensa en suicidarse tiene una actitud ambivalente ante la vida, por un lado quiere morir, pero por otro lado desea desesperadamente que alguien le salve. Más que ganas de morir, el que intenta suicidarse busca evadirse de sus problemas abrumadores y del dolor emocional insoportable. Es muy común en ellos la fantasía de querer caer en un profundo sueño para olvidar o no sentir, y luego despertar con todos sus problemas resueltos.  

Mito 6: Creer que sólo los depresivos se suicidan.
La depresión suele ser la causa principal del suicidio pero no la única. También hay datos de suicidios en adictos a las drogas, trastorno bipolar, trastornos obsesivos compulsivos muy severos, gente con personalidad muy impulsiva, durante episodios psicóticos y otras situaciones de crisis. 

SEÑALES A TENER EN CUENTA:
El suicidio se puede evitar. Para ello es importante conocer y estar alerta a las señales.
1-    Humor depresivo o irritable.
2-    Inquietud y agitación.
3-    Cambios bruscos de hábitos: sueño alterado, cambio de apetito, aislamiento, incumplimiento escolar o laboral, cambio de rutinas habituales.
4-    Quejarse constantemente de la vida, de su mala suerte o sobre un futuro desesperanzador. 
5-    Empezar hacer comentarios sobre la muerte o el suicidio.
6-    Conductas agresivas y autoagresivas.
7-    Abuso de alcohol, de pastillas tranquilizantes e incluso comenzar a consumir drogas ilegales.
8-    Regalar objetos personales de importante valor afectivo.
9-    Ocuparse en “arreglar” asuntos inconclusos, cerrar negocios atrasados y poner en orden temas financieros, jurídicos y herencias.

Si usted observa una o varias estas señales en alguna persona cercana, busque asesoramiento y ayuda a algún profesional de salud mental quien sabrá como orientar el caso…

FACTORES QUE AUMENTAN EL RIESGO REAL DE SUICIDIO:
La suma y combinación de las siguientes condiciones son unos indicadores para evaluar un riesgo inminente de suicidio:
  1. 1-    Si la persona poseer un plan suicida. Esto significa que la persona ha pensado en las condiciones de su muerte y tiene decidido el lugar, la fecha, pensó en el arma o los medios y ya calculó el método para llevarlo a cabo.
  2. 2-    Si ya posee los medios. Esto es que la persona posee el arma, instrumento   o la sustancia letal. La persona está lista esperando el momento.  
  3. 3-    Si ya tuvo intentos previos.
  4. 4-    Si está sola o aislada. 
  5. 5-    Si no desea dejarse ayudar.  


Para recordar: el suicidio se puede evitar, para ello es importante estar suficientemente informado sobre el tema. No dude en acercarse a cualquier servicio de Salud Mental para despejar sus dudas o recibir ayuda. 

jueves, 16 de junio de 2011

ATAQUES DE PÁNICO

Por Lic. Dino Loup
Psicólogo Clínico

¿QUÉ SON LOS ATAQUES DE PÁNICO?
Son episodios de miedo intenso y de corta duración en la que se produce una hiperactivación psicofisiológica, en los que la persona experimenta sensación de muerte inminente, de perder el control o volverse loco.
Las crisis se inician bruscamente, alcanzan su máxima intensidad en los primeros diez a quince minutos y suelen durar menos de una hora.

¿CUÁLES SON SUS SÍNTOMAS?
Estas Crisis (o Ataques) de Pánico, suelen presentar cuatro o más de los siguientes síntomas:
  • Miedo intenso a morir o a estar sufriendo un ataque cardíaco o alguna enfermedad física grave que ponga en riesgo la vida.
  • Miedo intenso a volverse loco o a perder el control de sí mismo.
  • Palpitaciones (percepción del latido cardíaco) o pulsaciones aceleradas (taquicardia).
  • Sudoración.
  • Palidez.
  • Temblores o sacudidas musculares.
  • Sensación de ahogo o falta de aire.
  • Opresión en la garganta o en el pecho (sensación de no poder respirar).
  • Náuseas, vómitos o molestias y dolores abdominales.
  • Inestabilidad, mareos o desmayos.
  • Sensación de irrealidad (sentir al mundo externo como algo extraño).
  • Sensación de no ser uno mismo (despersonalización).  
  • Hormigueos (parestesias).  
  • Escalofríos o sensación de sufrir frío intenso.

¿CÓMO SE INICIAN?
Muchas veces los primeros ataques de pánico se inician sin un motivo aparente, en cualquier momento y lugar sin previo aviso, dejando a la persona desconcertada, sin poder explicarse a sí misma el por qué de la crisis. Otras veces el ataque de pánico aparece cuando la persona se enfrenta a una situación altamente estresante o amenazante para su integridad física o psicológica. Los siguientes episodios de pánico ya se dan por el miedo que despierta el recuerdo de la primera crisis de pánico y la posibilidad de volver a revivirla.
Ante la reacción del miedo, la persona experimenta un síntoma corporal, el cual es interpretado de manera exagerada como una señal catastrófica, la persona piensa: “voy a tener un infarto”, “voy a morir de asfixia”, “me voy a desmayar”, “voy a volverme loco, perder el control”. Estas interpretaciones agravan la sensación de susto, con lo cual se intensifica el síntoma inicial y aparecen otros síntomas corporales asociados al miedo. Comienza así una reacción en cadena y como un círculo vicioso: síntoma---- interpretación catastrófica---- intensificación del síntoma---- reacción de pánico. Los primeros síntoma de pánico suelen estar asociados a un fenómeno fisiológico que se conoce como hiperventilación: se altera la forma y la velocidad de la respiración y si esa reserva extra de oxigeno no se consume durante el episodio, aparecen sensaciones incómodas de taquicardia, mareo, sensación de nudo en la garganta y otros síntomas comunes en el pánico.

CUANDO EL PROBLEMA SE VUELVE UN TRASTORNO…
Los ataques de pánico se convierten en “trastorno por pánico” cuando las personas que sufren ataque de pánico viven con miedo de que las crisis aparezcan en cualquier momento y esto trae un montón de problemas asociados al que la padece. El trastorno se instala cuando la persona empieza a evitar lugares o actividades en los que teme poder sufrir un nuevo ataque de pánico, así la persona se niega a salir de casa, pues tiene miedo de sufrir el ataque en la calle o algún lugar donde no pueda ser socorrida con prontitud. Si la persona sale del hogar, nunca lo hace sola, tiene que ir acompañada aunque sea de un niño que sea capaz de pedir auxilio si ocurre el ataque. Además la persona tiene miedo a frecuentar lugares públicos (agorafobia), se niega a hacer viajes de mediana o larga distancia, suelen perder el trabajo o  se sienten incapacitados de conseguir empleo. Así la persona empieza a aislarse socialmente, vive cada vez más encerrada y asumiendo un estilo de vida sedentario hasta perder su autonomía e independencia. Lo más frecuente es que las personas antes de llegar a consultar con un psicólogo o un psiquiatra, lo hagan con un médico clínico; y si la persona no es derivada con el especialista en salud mental, puede generar una dependencia psicológica a las pastillas tranquilizantes.

TRATAMIENTO
El trastorno por pánico raramente desaparece de manera espontánea, y suele ser crónico, es decir, la persona puede sufrir por años este trastorno antes de consultar con un psicólogo. El tratamiento psicológico de cabecera para este trastorno es la psicoterapia cognitivo-conductual, que en el caso del pánico incluye los siguientes módulos:
ž  Psicoeducación: para que la persona se informe mejor acerca del trastorno, conozca sus mecanismos de activación y mantenimiento, y tenga una visión más realista de las cosas, que sus síntomas no son tan catastróficos como cree.
ž  Técnicas de control de la respiración: para manejar la hiperventilación asociada a los síntomas molestos del pánico.
ž  Técnicas de exposición sensorial interoceptiva y entrenamiento en relajación: que la persona haga ejercicios y actividades programadas para producir de manera controlada esas sensaciones corporales que teme, le pierda el miedo a sus síntomas y aprenda a relajarse.
ž  Restructuración cognitiva: Para corregir esos pensamientos erróneos, catastróficos e irracionales que activan y mantienen el pánico.
ž  Técnicas de exposición in vivo: se trata de programar sesiones de afrontamiento real a las situaciones que la persona teme y suele evitar.

FOBIA SOCIAL


Por Dino Loup, psicólogo clínico

¿QUÉ ES LA FOBIA SOCIAL?
Consiste en el miedo persistente e irracional a exponerse a situaciones sociales que no son bien familiares por el temor de ser vistos como torpes, inadecuados, o creer que la situación pueda ser embarazosa, dejándolos expuestos a la crítica de los demás. Este miedo está normalmente acompañado por una intensa activación síntomas de ansiedad, lo que hace que el sujeto evite exponerse a la gente las veces que puede, y no si puede evitarlo, lo soporta con una gran incomodidad cercana a una crisis de angustia, y que en casos extremos, puede desencadenar un verdadero ataque de pánico. La fobia social se divide en dos subtipos: a) generalizada, cuando el sujeto siente malestar en todo tipo de exposición al contacto social; y b) específicas, cuando el sujeto evita sólo ciertas situaciones puntuales, o evita sólo ciertos grupos de personas o lugares bien determinados, desenvolviéndose sin inconvenientes en otras situaciones sociales. 

¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DEL TRASTORNO?
Las personas con fobia social son hábiles para evitar las situaciones sociales que le causan síntomas de ansiedad. Posponen sus compromisos, cancelan reuniones, en acontecimientos sociales suelen ser los últimos en llegar y los primeros en retirarse para estar expuestos el menor tiempo posible, o directamente se ausentan si la situación no le es bien familiar. Comúnmente evitan sentirse ser el centro de atención, por ejemplo, en las aulas de clases suelen sentarse en las últimas filas tratando pasar desapercibidos, evitan hablar en público por temor a que se les enrojezca el rostro, les tiemblen las manos, o empiecen a sudar; temen quedarse sin saber decir o empiecen a tartamudear, creyendo así que los demás le van a juzgar como tonto, inseguro o inadecuado.
La queja más generalizada es que se sienten muy incómodos en lugares donde hay aglomeración de personas, como salas de esperas de hospitales, supermercados, filas en los bancos, oficinas públicas, etc. Dicen que estar en estos lugares les desespera, empiezan a sentir tensión muscular y taquicardia,  sofocación, escalofríos y sudoración. También experimentan mareos, molestias de vientre con ganas de vomitar o de ir al baño.
Otras situaciones que evitan son: comer en público, escribir o firmar frente a los demás, ir a baños públicos, hablar a personas de sexo opuesto, quejarse o reclamar sus derechos otros, hacer llamadas telefónicas, comprar en centros comerciales, etc.
Lo difícil del diagnóstico para fobia social es que ellos y los de su entorno los consideran como tímidos o reservados, piensan que simplemente ese es su carácter, su forma de ser y que ya no pueden cambiar, entonces no buscan ayuda especializada, en consecuencia no son diagnosticados.

CONSECUENCIAS Y PROBLEMAS ASOCIADOS AL TRASTORNO
Además de la restricción de la vida social y del sufrimiento emocional, suele haber un muy bajo nivel de realización laboral, ya que evitan entrevistas de trabajo y siguen desocupados por largos periodos, o si ya trabajan, mantienen un “perfil bajo” para pasar desapercibidos y no buscan ascender. En casos extremos, si el trabajo los obliga al contacto frecuente con el público, suelen renunciar o ser despedidos por no ser útiles a la empresa.
La baja realización académica y profesional son otros aspectos asociados. Evitan inscribirse a cursos de capacitación o a cursar carreras profesionales por su tendencia a evitar a la gente. Abandonan la universidad porque no se animan a enfrentar los exámenes orales. Esto conlleva también a dificultades de empleo por falta de capacitación.

También existe una falta de realización en la vida sentimental amorosa. Son personas que difícilmente entablan relaciones amorosas significativas y duraderas, por esta razón muchos no se casan o lo hacen mucho más tarde que el resto, y sus matrimonios pronto se llenan de tensión y quejas por parte del cónyuge sobre la vida social restringida y la estrechez económica. Quienes se casan y llevan una vida tranquila, se han asegurado bien de elegir una pareja que sea capaz de adecuarse a la vida hogareña, de poca socialización y sin ambiciones materiales. El abuso de alcohol es un riesgo para los jóvenes que comienzan a utilizarlo para animarse a abordar al sexo opuesto en alguna fiesta o en los bailes, luego empiezan a considerar a la bebida como un “amigo” al que necesitan para llenarse de valor. 

Todo lo anterior puede acarrear como consecuencia final que la persona caiga abatida en la depresión y si el problema no es bien abordado por un profesional especialista, el riesgo del abuso de psicofármacos tranquilizantes está presente.

TRATAMIENTO
El tratamiento para la fobia social más efectivo suele ser de tipo combinado incluyendo psicoterapia cognitivo-conductual más administración de psicofármacos. Las técnicas psicológicas que se emplean son: la corrección de pensamientos irracionales, técnicas de exposición gradual a las situaciones sociales temidas, entrenamiento en técnicas de relajación, entrenamiento en habilidades sociales y asertividad. También pueden ser aplicadas terapia interpersonal y psicodrama.  

¿Qué es el famoso Déjà vu?

Por Lic. Dino Loup, Psicólogo Clínico.

A casi todos nos habrá pasado alguna vez que sentimos haber experimentado una situación actual como si fuese algo del pasado, quedándonos sorprendidos y hasta confundidos. El déjà vu, derivado del francés, textualmente traducido como “ya visto”, es un fenómeno muy común, tanto es así que se estima que hasta un 70% de la población tiene la sensación de haber experimentado este fenómeno alguna vez en su vida. El déjà vu también puede manifestarse como la sensación de haber soñado con anterioridad la situación actual, pero la más de las veces se tiene la firme convicción y certeza de haber presenciado una situación en la que los sucesos, personas, palabras, sonidos, lugares y otros datos sensoriales son exactamente coincidentes con algo ya vivido  en el pasado. La tendencia popular es tratar de dar respuestas sobrenaturales o mágicas a este fenómeno, y la persona que experimenta el déjà vú suele sentir tanta extrañeza que, si el fenómeno se da con mucha frecuencia, ésta puede llegar a creer que tiene algún tipo de poder psíquico especial de anticiparse a los tiempos y a los hechos, como una premonición.
Las investigaciones en el ámbito de la psicología y la neurología revelan, para desgracia de quienes creen en los poderes psíquicos extrasensoriales, que el déjà vu es más una patología de la memoria conocida como “paramnesia”, que una especie de premoción u otro tipo de poder parapsicológico. El argumento que en contra estos supuestos poderes para adelantarse y visualizar el futuro es que todas las veces, las personas que experimentan déjà vu, lo experimentan sólo después de ya ocurrido el hecho, pero nunca recuerdan en qué momento lo visualizaron en el pasado.
La paramnesia consiste “recordar el presente”, en donde parece haber una anomalía entre el vínculo entre la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo, hasta llegar a  un punto en que éstas se solapan y la experiencia inmediata aparece como ya vivida en el pasado. Esta anomalía puede explicarse por conexiones neuronales en el cerebro que transmiten impulsos irregulares produciendo este fenómeno sorprendente. El hecho de que una persona experimente déjà vu con demasiada frecuencia puede ser motivo de preocupación, pues ya que se trata de actividad eléctrica irregular en el cerebro, algunos investigadores hasta lo han relacionado con epilepsia.
Otra posible explicación en el sentido de la actividad cerebral, es que la actividad mental de vigilia es continua sucesión entre percepción y recuerdo. Utilizando una metáfora diríamos que podemos percibir y decir “B” porque recordamos que antes pronunciamos “A”, de esta manera podemos hilar nuestros actos presentes recordando el acto inmediatamente anterior para posteriormente ejecutar el siguiente. De esta manera la sucesión de percepción y recuerdo se da con una velocidad tan alta, una tras otra, que llega un momento en que percepción y recuerdo parecen encimarse y estamos literalmente “recordando el presente”.

martes, 14 de junio de 2011

ALGUNOS FACTORES PROTECTORES DE LA SALUD MENTAL

Por Lic. Dino Loup, Psicólogo Clínico

Publicado en Revista E-QUI, Villarrica, Paraguay, Noviembre de 2010

El pasado 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental y la OMS ha declarado como lema para este año: “Bienestar emocional para una salud general”. Se evidencia en este lema el énfasis que se viene poniendo últimamente sobre la importancia de la salud mental en la salud física, y tanto es así que es imposible ya concebir a la salud mental disociada de la salud del organismo en general, tal como ya lo haya definido la OMS a la salud: Se refiere a un estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia.

¿QUÉ ES LA SALUD MENTAL?
Es la capacidad de adaptarse al cambio, enfrentar crisis, establecer relaciones significativas con otros miembros de la comunidad y encontrar sentido a la vida. No se trata sólo de no padecer trastornos, sino de realizar todo el potencial humano que sea posible para estar en armonía con uno mismo y con el entorno con una tendencia hacia una autorrealización.

Una buena salud mental no logra por casualidad, existen factores que pueden deteriorarla y muchas veces ni siquiera detectamos de forma temprana esos deterioros ni tampoco a los factores de riesgo. Para mantener una buena salud mental vale la pena tener en cuenta a algunos de los factores protectores de la salud mental que se detallan a continuación.

FACTORES PROTECTORES DE LA SALUD MENTAL:
Necesidades básicas satisfechas: Estas proporcionan al individuo la posibilidad de una vida digna, libertad de elección y posibilidad de disfrutar mejor de la vida. Cuando las condiciones de alimentación, las vivienda, trabajo, salud, vestimenta, recreación, acceso a servicios y otras son deficitarias, el individuo vive en constante estado de tensión por el estrés psicosocial, lo cual puede repercutir negativamente en la salud mental.

Ambiente familiar cálido y acogedor: Algunas funciones básicas de la familia son las de  satisfacer necesidades materiales, proporcionar apoyo emocional, educar y socializar al individuo según normas de convivencia armónica, y apoyar la autonomía e independencia de sus miembros en cuanto van creciendo. La violencia física, maltratos psicológicos, el desapego afectivo, el abandono, la negligencia, sobreprotección, son factores de riesgo para fracaso escolar, baja autoestima, inestabilidad emocional y muchas otras formas de desajustes psicológicos.

Buena utilización del tiempo: Planificar el tiempo ayuda a no dejar al descuidado áreas importantes de la vida como lo son  las áreas familiar, laboral, académico, social, salud física, salud emocional y hasta espiritual. Esto posibilita la sensación de tener control sobre sí mismo y los acontecimientos, sentirse competente y útil, sensación de logro que eleva el autoconcepto y la autoestima. Utilizar adecuadamente el tiempo previene contra el estrés por sobrecarga de trabajo y contra el aburrimiento, la sensación de vacío existencial y sinsentido, pensamientos depresivos y preocupaciones ansiosas.

La socialización: El vínculo con los demás nos ayudan a poder amortiguar los impactos y exigencias de la vida diaria. También el sólo hecho de socializar puede ser placentero en sí mismo por crear amistad, compartir intereses, hacer actividades de recreación, etc. En la socialización aprendemos regular nuestros comportamientos y reacciones emocionales de acuerdo a lo que es adecuado a nuestro medio social y cultural, comprendemos mejor a los demás y sin prejuicios, y ajustamos nuestras expectativas hacia ellos.  La socialización posibilita una visión más objetiva de las cosas porque nos ayuda a modificar creencias erróneas cuando las comparamos con otros puntos que pueden ser más realistas que los nuestros.

El ocio y recreación: Sin ocio y recreación podemos llegar a sentirnos agobiados pensando que la vida es solamente compromisos y obligaciones, o para quienes tienen mucho tiempo libre, sentir que la vida es monótona y aburrida. El relax por un lado y la diversión por otro, producen bienestar físico y psicológico. Aquí también es importante mencionar al sentido del humor; hay momentos en los que hay que ser serios, pero también saber que en otros momentos uno se puede relajar y disfrutar del sentido del humor y la risa saludable.

Visión optimista de uno mismo, de los demás y del futuro: El refrán popular “la vida se ve del color con que se la mira” hoy en día tienen sustento científico en las investigaciones de la psicología cognitiva. Las personas con una visión optimista de las cosas tienen menor probabilidad de caer en estados depresivos y ansiosos. El optimismo hace que las personas resistan mejor las frustraciones, se comprometan y perseveren en sus objetivos y logren objetivos más elevados que las personas con pensamientos pesimistas.

Proyecto de vida y Expectativas realistas: Los proyectos de vida ayudan a dar sentido a la vida, dirigen los esfuerzos en una dirección positiva y evitando que uno se disperse en la nada con la consecuente sensación de vacío existencial y el sin sentido. Las expectativas realistas evitan que la persona se sienta frustrada cuando finalmente los objetivos no se cumplen ya sea por el la naturaleza inviable del objetivo, el tamaño del desafío o por los tiempos meta apresurados.

Ejercicio físico regular: En el aspecto psicológico, los ejercicios mejoran el estado de ánimo por la liberación de endorfinas, que además de sus propiedades analgésicas, producen sensación de bienestar, placer y hasta euforia, previniendo de estados depresivos. Un programa de ejercicios físicos regular implica la ejercitación de disciplina, voluntad y perseverancia. Los cambios en la estética corporal suelen reforzar la seguridad personal y la autoestima. También el ejercicio físico tiene el efecto de “despejar” la mente cuando lo encara con ese objetivo.

¿Consultar con el psicólogo o con el psiquiatra?

Por Lic. Dino Loup, Psicólogo Clínico
Publicado en Revista E-QUI, Villarrica, Paraguay, Noviembre de 2009
Mucha gente se pregunta qué diferencia hay entre psicólogos y psiquiatras y sobre todo cómo saber con quién consultar en caso de necesidad. En realidad, no se trata de que psicólogos y psiquiatras tengan que competir entre sí, ni que se encarguen por separado de situaciones que puedan ser dramáticamente distintas, si no que, al contrario, la tendencia científica actual es integracionista y el trabajo interdisciplinario demuestra mejores resultados.
La psiquiatría (del griego psiqué, alma, e iatréia, curación) es una especialidad de la medicina dedicada al estudio de la mente con el objetivo de prevenir, diagnosticar, tratar y rehabilitar a las personas con trastornos mentales y desajustes de lo óptimo.  La psicología (del griego psiqué, alma, y logia, tratado, estudio) es la ciencia que se ocupa del estudio de la conducta. Estudia todo lo que las personas hacen, dicen, piensan y sienten de acuerdo a su medio social, cultural y sus propias características individuales.
Vemos que por definición la psiquiatría se ocupa de los aspectos anormales de la mente y de la conducta humana, mientras que la psicología abarca sus aspectos normales y anormales. La psicología tiene distintas áreas de investigación y aplicación: la psicología clínica, laboral, educacional, forense, deportiva, etc.  De entre éstas,  la que se encarga del tratamiento y prevención trastornos mentales y  del sufrimiento humano es la Psicología Clínica y a través de ella se da su relación de parentesco con la psiquiatría. El punto de contacto más cercano entre Psicología Clínica y Psiquiatría es la Psicopatología, disciplina de investigación que se encarga de describir características y explicar cómo surgen y se desarrollan los trastornos mentales y del comportamiento.
Además de estas aclaraciones conceptuales, en la práctica, las principales diferencias y puntos de contacto entre psicología clínica y psiquiatría son las siguientes:  
Los psiquiatras son médicos graduados de una Facultad de medicina y que luego se especializaron  en psiquiatría. Por su formación están legalmente habilitados para recetar medicamentos. Los Psicólogos Clínicos son graduados de una Facultad de Psicología o de Humanidades. No están habilitados para recetar medicamentos.
Los psiquiatras sobre todo son especialistas en la conducta anormal (habiendo entendido sobre normalidad, por supuesto). Los psicólogos clínicos son especialistas en la conducta normal y anormal.
 Los psiquiatras tienen formación intensiva en la comprensión de la relación entre biología y conducta, aunque no desconocen la importancia de los factores psicosociales. Los psicólogos clínicos poseen  formación intensiva en la comprensión de la relación entre biografía del sujeto, ambiente, relaciones interpersonales, cogniciones, emociones y la conducta; aunque no desconocen la importancia del aspecto biológico.
Los psiquiatras mayormente procuran el alivio del paciente con la prescripción de psicofármacos. Los psicólogos clínicos procuran el alivio del paciente con la mejor comprensión de sí mismos y de los problemas, la modificación de la conducta, corrección de pensamientos disfuncionales, modificación de ambientes e interacciones personales. Trabajan con la palabra,  estrategias mentales y técnicas conductuales.
Desde una perspectiva de la psiquiatría biologista, los trastornos serían producto del desequilibrio bioquímico y funcional del organismo, principalmente del cerebro. Sin embargo el enfoque integracionista de la psiquiatría  reconoce la importancia de los aspectos psicológicos y ambientales en la aparición de los trastornos. Desde la psicología clínica sobre todo se intenta comprender los trastornos como aprendizaje de hábitos disfuncionales, estilos de pensamientos erróneos, interacciones humanas y de comunicación patológicas, conflictos inconscientes no resueltos y acontecimientos traumáticos en la biografía del sujeto; aunque no se desconoce la importancia de lo biológico.
Muchos psiquiatras deciden complementar su formación y práctica profesional haciendo especializaciones en psicoterapia (bien propia de la psicología), y así existen psiquiatras psicoanalistas, psiquiatras sistémicos, psiquiatras conductuales, entre otros. Muchos psicólogos deciden complementar su formación en psicofarmacología y neurociencias  (esto no los habita para medicar).
Mayormente psiquiatras y psicólogos clínicos se dedican a la labor asistencial, aunque por su formación también están capacitados para tareas de promoción de la salud mental y prevención de trastornos.
Se debe consultar con el psicólogo cuando los problemas representan un obstáculo para el desarrollo armonioso de la personalidad y deterioran la capacidad del individuo de disfrutar la vida de manera sana y productiva en sus aspectos sociales, familiares, intelectuales, académicos, laborales y recreativos. Otras veces las personas simplemente tienen cuestionamientos, dudas e incertidumbres ante ciertas cuestiones personales que le suceden, entonces también pueden acudir a un psicólogo para que poder esclarecer sus interrogantes. O, simplemente se puede acudir al psicólogo sin tener un problema puntual, sino para potenciar al máximo sus recursos personales de modo a procurar la excelencia personal y sacarle mayor provecho a todas las experiencias que les toca vivir. En general, psicólogo solicita una interconsulta con el psiquiatra cuando percibe que el paciente es incapaz de actuar en su propio beneficio, cuando la investigación científica sugiere que para ese caso la mejor forma de tratamiento es la combinada (psicoterapia más fármacos), y cuando de no hacerlo, se alargaría innecesariamente su sufrimiento del paciente. Los psiquiatras suelen derivar a interconsulta con psicólogos cuando perciben que asociado a los síntomas existen antecedentes de problemas de relacionamiento interpersonal como conflictos familiares, de pareja, laborales, etc; cuando están asociados a acontecimientos traumáticos, o cuando se requiere de que el paciente aprenda estrategias de manejo de los problemas y puedan darle nuevos significados a los eventos y a lo que les pasa. Ejemplos concretos en los que psicólogos y psiquiatras trabajan en conjunto son: depresiones, trastorno bipolar, riesgo de suicidio, adicciones a sustancias, ansiedades intensas como en los ataques pánico con agorafobia y trastornos obsesivos compulsivos, cuando aparecen alteraciones de la sensopercepción y del pensamiento como en las esquizofrenias y otros trastornos psicóticos, además de trastornos que se caracterizan por la impulsividad, agitación, insomnio crónico y riesgo potencial de violencia física y otros.
En síntesis, el ser humano es una unidad indivisible entre biología, mente y conducta. Lo que sucede con las conductas y las emociones repercuten en la biología, y viceversa, lo que ocurre con la biología también se manifiesta a nivel de las emociones y la conducta. La psicología y la psiquiatría no son ciencias contrapuestas, sino complementarias. El desarrollo científico de ambas se dio gracias a los aportes mutuos que se fueron dando en teorías y praxis.